lunes, 20 de octubre de 2008

Las carpas donde deben estar

El domingo 19 de octubre fue la clausura de la octava Feria del Libro del Zócalo, en el corazón de la Ciudad de México. Nunca había asistido a esta feria y ayer que lo hice, tuve la oportunidad de saborear todo su ambiente de fiesta, de degustar los sabores de sus tertulias, sus lecturas públicas, sus debates. Esos exquisitos sabores de convivir con los creadores y narradores de mis más grandes héroes. Ellos que, atreviéndose a narrar, a contar, a decir, a escribir, se convierten en sí mismos en una suerte de personajes de la ficción en que tenemos convertida nuestra existencia.

Tras surcar los caminos de la gran ciudad, ubiqué un buen lugar para dejar estacionado el vehículo, evitando las horas de a $20.00, y confiando en la buena conciencia de mis conciudadanos.

Caminando por Madero, toreando y siendo toreado por las bicicletas, esto último con poca fortuna, pues una rueda todo terreno escaló 10 centímetros sobre mi pantorrilla a las puertas de la Casa de los Azulejos, llegué finalmente a la emblemática plaza. Con plano guía en mano, ubiqué con relativa facilidad el foro "Víctor Hugo Rascón Banda", donde José Emilio Pacheco ya deleitaba con sus verso y prosa a cientos de escuchas quienes se regocijaban y no atinaban a encontrar una manera aceptable por el maestro de expresar su beneplácito, su gratitud, su emoción. Paco Ignacio Taibo II, quien fungía como "second" del púgil literario, atinó entonces a recordar lo que en algún encuentro pasado en España se urdiera como solución al inconveniente de interrumpir la lectura con aplausos. Dado que un ex presidente mexicano durante su campaña mancillara con su uso la hasta entonces inmaculada "V" de la victoria, los asistentes habríamos de expresar nuestra satisfacción con la "V" invertida, en una suerte de nerónica aprobación, apuntando con índice y medio hacia el suelo. Poco a poco las palabras del autor en voz propia siguieron inundando el ambiente, transcurriendo de la pesadumbre al humor, de la cotidianidad a la profundidad del alma. Una auténtica fiesta.

Atronadora, la tormenta de palmas no se hizo esperar, de pie los asistentes dejaron ver al maestro que a una sola voz, cientos podemos volar.

Una hora restaba para discurrir en los paseos de libros dispersos en la plancha del Zócalo antes de que iniciara el próximo evento que descubrí en el programa de la feria, el constructor y resucitador de héroes, Paco Ignacio Taibo II presentaría en el Café Literario "Alejandro Aura" la reedición de dos de sus libros, "Arcángeles" y "Bolcheviques". Tenía que estar ahí.

Además del recital ofrecido por José Emilio, mi intención era adquirir la novela gráfica "4 manos" del dibujante francés Amézaine, basada en la novela del mismo nombre de PITII (a estas alturas creo que se nota quién es mi escritor favorito), editada en 4 volúmenes por Caligrama. En la carpa de editores independientes me esperaba la primera parte de misión y, tras haber adquirido el primer volumen, justo antes de abandonar camino a la presentación, editorial Cenzontle ponía en mi camino una más de sus obras, "Inquilinos del D. F., a colgar la rojinegra". Fue una afortunada coincidencia que en ese momento el autor caminara en solitario hacia nosedonde, que pude aprovechar para tener dedicada de su puño y letra mi más reciente adquisición.

Pronto estuve en el foro "Alejandro Aura", vaso de café en mano disfruté del relato que Taibo hizo de los malabares que implicaron escribir sus dos obras. Años de investigación, encuentros sorpresivos, afortunados. Búsqueda incansable de los olvidados, de los sin estatua. Como ya es costumbre con Paco, la presentación terminó en una amena charla de tinte político y, al menos yo, salí con mayor claridad para fijar mis tendencias.

No terminaba de saborear la presentación, cuando el responsable del foro anunciaba a continuación a Guadalupe Loaeza y Pavel Granados, quienes en coautoría escribieran "Mi novia la tristeza", mismo a ser presentado en ese foro. Puntual, Guadalupe llegó a acompañar a los presentes con su amena charla, pronto comenzó a relatar el anecdotario en que se convirtió el trabajo de investigación para realizar la biografía de Agustín Lara, basada, a decir de los autores, en la experiencias vividas por las mujeres que acompañaron al compositor a lo largo de su vida, incluida claro, su novia la tristeza.

Elena Poniatowska, Rius, el Fisgón, Monsivais, Carmen Aritegui, Bachan, Bef, María Rojo, entre muchos otros. Decenas de artistas desfilaron junto con los asistentes en esta gran fiesta popular, en esta colorida fiesta de cultura, de libros, de la ciudad.

Ha sido la octava edición, la primera para mi. No pude evitar comparar la experiencia con el mega plantón del 2006. Fue un domingo de júbilo, de enorme alegría, sobre todo por saber que nuestra ciudad no tiene que esperar a que haya otro fraude electoral para volver a vivir un enorme festival de cultura, de introspección, de análisis, de diversión. La Gran Feria del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México.

El próximo año ahí estaré.

 

 

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