martes, 20 de enero de 2009

La nueva era.

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Con la elocuencia propia de un gran político, apenas el Sol cruzaba el cenit del cielo de Washington, Barack Obama, presidente de los Estados Unidos de América enarbolaba uno de los discursos más emotivos e inspiradores de que tenga memoria.

Sin dejar que la emoción personal se apoderase de él, Obama abordó con cautela, mas con determinación, temas fundamentales de la agenda política y social de nuestro vecino del norte. Nada de grandes aspavientos, ninguna sorpresa. No es el momento, palabras se las lleva el viento. Reafirmó a la economía de mercado como la más viable para el desarrollo de la humanidad, asumió como líder de una sociedad, parte de la responsabilidad de la crisis y como líder también, ofreció la fuerza que encabeza, el estado, como ojo vigilante de los vicios que llevaron al mundo a la debacle financiera actual. Ofreció al mundo, a cada nación, a cada pueblo, a cada individuo la amistad incondicional de los Estados Unidos. Todo aquel que pretenda crecer como persona, defender sus creencias, sus valores y respetar el derecho inalienable de estas mismas causas en otros individuos, pueblos, naciones, tendrá cabida en el abanico de la simpatía americana, mas aquellos que pretendan defender sus valores y principios mediante el terrorismo, estarán condenados a la derrota, pues la fuerza y la justicia americana es mucho más fuerte que todo el terror. Contundencia. Los mismos "ques", esperamos nuevos, creativos y eficaces "comos".

Al ver la ceremonia de asunción del presidente Obama, no pude evitar traer a la mente diversas imágenes de experiencias más cercanas. Se me ocurría, por ejemplo, si una ceremonia como la de esta mañana sería posible en México. Creo que no, ni deseable. Creo que la última vez que un gobernante mexicano tomó posesión en una ceremonia equivalente, este fue seguramente, si la memoria no me falla, un Huei Tlatoani Azteca; igualito, con la Gran Pirámide de esplendoroso marco, ahí donde hoy aparecía el Capitolio, danzantes y diversos virtuosos ejecutantes halagando al encumbrado y al publico asistente. Hoy un poco de soul, entonces conchas, flautas y cascabeles.

La de Felipe Calderón, fue también una fiesta, solo un poquito más de esto y menos de aquello, pero la toma de tribuna le dio el colorido, hasta el que hoy, ha sido el día menos gris del actual gobierno.

El último gran orador de la política mexicana que recuerdo, murió en campaña por la bala del tirador solitario de nombre Aburto. A diferencia de Colosio, Obama si tendrá la oportunidad de mostrar que no solo habla bien, si no que también ejecuta. Está por verse. Si es congruente, como lo ha sido, la cosa no irá mal.

Iniciar un gobierno con amplio apoyo popular, incluso internacional, es sin duda un buen comienzo, hasta hoy, ninguna pifia. Menos de un día de gobierno no es una buena muestra, dirán algunos. Es que no vieron a Fox, les diría yo.

Si bien el Sr. Obama no habrá de ser el salvador del planeta, al menos se espera que no quiera ser tampoco su redentor. Manejar con cautela, prudencia y destreza política los destinos de la Unión Americana será suficiente y vasta tarea. Y si bien no es la solución, ello al menos, no agravará más el problema.

A la salud de un nuevo gobierno, a la salud de nuestro mismo mundo.

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