sábado, 6 de septiembre de 2008

Tres Estrellas

dos estrellas

El día de ayer tuve la oportunidad de conocer la hermosa localidad de Tlalpujahua, incluido en el catálogo nacional de pueblos mágicos. No es para menos, la antigua ciudad minera cuenta con una hermosa arquitectura típica de los pueblos que florecieron al cobijo de las minas. Tejados de lámina añejos, pero bien conservados, muros de adobe, sólidos y llanos como la mejor mampostería y, coronando la cima sobre la que se alza, un imponente templo católico que corta el cielo apenas decorado con albísimas nubes que, lejos de presagiar tormenta, ofrecen ocasional sombra durante el agradable y soleado día.

Saliendo de Atlacomulco, en el estado de México, se toma la carretera hacia El Oro, la última frontera de este estado antes de inciar Michoacán. Una vez en este pueblo, también minero, habitado por alrededor de 21 mil mexiquenses, puede avanzarse por la avenida que lo cruza de extremo a extremo, o bien, realizar el viaje por el libramiento, el cual ofrece una hermosa panorámica de bosques de coníferas, que se antoja imposible en el marco del desastre ecológico al que avanzamos. A pocos kilómetros de la ciudad, se encuentra la Mina Dos Estrellas, la cual es ahora un espléndido, aunque todavía austero museo, de tecnología del siglo XIX, versa una placa a la entrada.

La mina Dos Estrellas recibe su nombre, a decir del guía, de los dos minerales preciosos que de ella se extrajeron durante su período de apogeo a finales del siglo XIX, oro y plata. La enorme prosperidad de esta mina se vio reflejada no solo en la opulencia con que vivían su  explotadores, de la mina y de los mineros, si no también, y esto fue lo que me resultó más interesante, en el desarrollo tecnológico que en sus talleres se estaba gestando. Importadas de Francia, máquinas y portentosas técnicas de minería, hacían de Dos Estrellas uno de los centros de explotación minera con la tecnología más avanzada de su tiempo, no obstante, dichas máquinas, como perforadoras neumáticas, generadores eléctricos, bombas de agua, locomotoras, etc., requerían de mantenimiento, además, nuevos retos requerían nuevas soluciones, las cuales no podían esperar el largo trayecto de llevar la noticia a Europa y luego traer el resultado tecnológico.

Es así, como en las entrañas de la tierra, a las puertas del infierno en que los explotadores tenían convertido el cerro Somera, los trabajadores de este próspero complejo eran capaces de fabricar moldes en madera de asombrosa precisión para luego elaborar con ellos moldes para fundición de hierro, cuyas piezas eran después mecanizadas sustituyendo aquellas que sufrieran alguna avería.

Aquella mañana que visité la mina, había tres hombres que completaban el grupo. Jamás dejaron de lamentarse del enorme tesoro que bajo sus plantas alguna vez había existido y del cual no habían visto ni un gramo, jamás cesaron de mirar al piso y por debajo de las desvencijadas piezas del museo para ver si, en medio de la revolución o al cierre de la mina, alguien por ventura hubiese dejado olvidado aunque fuera un pequeño lingote de oro. O bueno, ya aunque sea de plata. Nada.

El oro, la plata, tarde o temprano de todas maneras se iban a terminar. Hoy, según los datos duros del gobierno, estamos a 9.5 años de que se nos termine nuestro último gran tesoro, el petróleo, un gran tesoro por el que todas las corrientes políticas del país insisten en pelear. ¿Es el petróleo en si el gran tesoro de México? ¿qué legado duradero y aprovechable en el largo plazo nos ha dejado a los mexicanos ese tan codiciado combustible que alguna vez emanara a borbotones de las entrañas de nuestra tierra?

Creo que estos 80 años de petróleo nacionalizado se han desperdiciado tanto como el tiempo en que su explotación estuvo en manos de empresas extranjeras, pues no hemos sido capaces de desarrollar la tecnología que hoy tanto nos repiten es necesaria para descubrir aquellos ocultos y misteriosos  yacimientos que se encuentran donde solo un osado tritón podría encontrarlos. Eso, sin embargo no es tan malo, como malo es que hoy corrientes de "derecha", de "izquierda" y ahora hasta "socialdemócratas" discutan airadamente por obtener, nuevamente, beneficios, no lo dudo si,pero nuevamente de corto plazo. Otra vez, irremediablemente nos están ofreciendo devorarnos el petróleo y dejar escapar, como en el caso de la mina Dos Estrellas, el único, verdadero y perdurable tesoro que significa poseer riquezas en el subsuelo. Un próspero y, si me apuran al principio, tímido, pero firme desarrollo industrial y tecnológico.

No entiendo en qué punto se perdió el rumbo, ¿o nunca lo hubo?

En el 2000, en vísperas de las elecciones un amigo alemán que estaba por ese tiempo en nuestro país me comentó lo interesante que le parecía que México fuese manejado como una empresa; lo que le hacía pensar esto era que Fox tenía serias posibilidades de ocupar la presidencia, como luego ocurrió, y gente que seguro tenía información que yo no, le había dicho que eso era lo que sucedería si el guanajuatense ganaba las elecciones. Hasta donde yo entiendo, un empresario toma las decisiones que puedan hacer prosperar su negocio, la empresa, que le den a ganar más dinero y apuntalarla, diversificar, etc. Venderla y entregarla a capitales más poderosos, a otros empresarios es algo que cualquiera puede hacer. No se necesita ser un gran hombre de negocios.

¿En dónde está esa visión de empresa que tanto sedujo al electorado en aquella tristemente célebre campaña del 2000? Nadie, ningún funcionario puso un solo gramo de su emprendedor cerebro en administrar de manera eficiente a la empresa petrolera de mayores ganancias del mundo, ninguno pudo ver en su obtusa mente un pequeño rayito de luz que pudiera decirle cómo, con recursos propios y si, escasos, aprovechar mejor el momento histórico que la escalada de precios de los energéticos ofrecía y sigue ofreciendo. La única gran idea, es permitir la entrada de capitales, a los cuales ni de chiste podrá cargárseles con los impuestos con que hoy se exprime a PEMEX, con la "esperanza" de que sus empresas signifiquen empleos (de corto plazo), cuando lo que debiera buscarse no es generar empleos, si no desarrollo, tecnología, conocimiento, un tesoro que ningún empeño privatizador o populista podría robarse ni hoy, ni nunca. Y entonces si, a lo largo de algunas décadas, qué más da si se agota o no el petróleo, pues más de una rama industrial estaría con suficientes bases para sostener empleos duraderos y bien remunerados de millones de mexicanos.

Dos Estrellas se apagaron a mediados del siglo XX, la tercera es hoy una super nova. ¿Se convertirá en uno más de los tantos hoyos negros que hoy abundan en la galaxia mexicana?

El domingo es 7 de agosto. De acuerdo a la invitación lanzada por "Letras Libres", es el día en que se deberán liberar libros en lugares públicos. ¿Ya dedicaste el tuyo? ¡Adelante! Te dejo para que lo hagas.

2 comentarios:

efdrei dijo...

Excelente columna mi estimado!

heidi dijo...

padre tu columna y acertada

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