miércoles, 27 de mayo de 2009

La evolución de la esperanza.

Julián Acapulco, mexicano de nacimiento, alemán por sumisión, pasaba con su germánica consorte unas tranquilas vacaciones en Tampa cuando el secreto a voces, ahora convertido en rumor, de la inusitada alerta de evacuación se corría como pólvora en una aterradora realidad. De espíritu emprendedor, aunque algunos decían más bien oportunista, Julián logró su pase en la enorme nave a unas horas de su despegue, aprovechando una visita de la mujer a los servicios (¿de salud, de un juez, de alimentos, sanitarios?).

Su nombre, o apellido pues, Acapulco, aunque detallada y fielmente acreditado por sendos pasaportes alemán y mexicano, se negaba a encontrarse un sitio en el listado del sistema de registro poblacional con que la aduana de la embarcación sustentaba las identidades de cada pasajero. Sin embargo el guardia, Pietro según constaba en la cédula de identificación, italiano por donde se le buscase, no podía evitar sonreír discreta y maliciosamente cada que el consabido apellido le venía a oídos. Había soltado al fin una ruidosa carcajada y ante la mirada reprobatoria de sus colegas de la escotilla 7G y 9G y del supervisor que avispado recorría los accesos, en busca de polizontes, forzó de una palmada en la espalda la entrada de Julián con un severo “¡andiamo!”, como dando a entender que no toleraría que siguiera obstruyendo el acceso con sus preguntas ansiosas y sin respuesta, cambiando la risa por un gesto hosco que despistaría al más bragado supervisor de guardias de seguridad de cruceros de evacuación masiva, incierto acerca de quién había profanado la seriedad de la misión.

Falla colectiva de los filtros, una torre de enfriamiento bloqueada por polvo de asteroide, una ataque alienígena. Esto y más fue lo que se pensó; lo que se dijo fue solo esto; en realidad nunca se supo, ni nadie que siguió esta historia sabrá jamás que ocurrió realmente en la otra historia, la que se llevó el “Evolution of Hope” con un propulsor envuelto en llamas verdosas que no decidían si conflagrar para arriba o para abajo, ¿dónde era arriba o donde era abajo? Y con ella “lo mejor de la humanidad”.

Julián había logrado mantener un bajo perfil entre los miles de pasajeros del “Evolution of Hope”, no sabía que consecuencias podría tener el ser descubierto, si Pietro soltaba la sopa, si soltaba la pasta, el espagueti, el fusigli, tagliatelli, capellini, tortellini, y sucumbía al peso de la verdad callada, delatando que había dejado pasar a un polizonte por el solo hecho de llevar el apellido Acapulco. En su barraca, Pietro volvió a reír sin razón aparente cuando lo recordó, ante la mirada reprobatoria de sus compañeros. Escotilla 6G, 7G y 9G.

No habló con nadie por casi tres semanas, al menos no con humanos. Logró infiltrarse en el sistema de registro de pasajeros con toda intención de convertir Acapulco, más que en destino turístico o lugar de origen de dos pasajeros registrados, en el nombre de uno más. Solo por curiosidad, buscó en el sistema los registros de familias alemanas, una larga lista sin duda. O bien los alemanes eran queridos y valorados por la humanidad entera, o bien había más millonarios de los que había imaginado hasta entonces. El martilleo metálico lo obligó a cerrar el sistema justo a tiempo para salir de la cabina y aparentar que solo andaba de paseo por los anodinos corredores del Ala Beta-Blue (BB) cuando el rondín de supervisores se cruzó con él.

Müller, al menos seis familias registradas, de al menos dos integrantes cada una, Baudach tenía un representativo de cinco, todos familia, Fischer iniciaría la colonización con tres grupos de dos, seis y tres cada uno. Weller, Brueckner, Braun, Haas, Klingbeil, Baumgartner, Groeschel, Hasel, Metzinger, Kroeger, ¿von Hinten?, ¿había visto el nombre von Hinten? Estos y un largo etcétera nutrían el contingente germano. Recordaba otros nombres, pero no pudo, no quiso, no logró en cualquier caso, recordar el nombre con el que estaba registrada una mujer en solitario, sin familia. ¿Había regresado a tiempo de los servicios? (¿de salud, de un juez, de alimentos, sanitarios?), ¿cómo le iba a explicar ahora que había abordado el crucero sin ella? No, tal vez no era ella. Pero, ¿qué podía hacer otra mujer alemana abordando en solitario la nave? Quizás ella tenía planeado abordar sin él, dejándolo abandonado a su suerte, para ser devorado por las incontrolables nubes de virus que iban cubriendo el planeta; a su suerte para visitar los museos submarinos en que, una a una se iban convirtiendo sin que nadie pudiera hacer nada, las ciudades portuarias del mundo. Pero si ese había sido su plan, muy bien, él no era su familia, lo había conocido cuando entre la multitud que hacía fila (montón) para tener una mesa de balcón en el Charles ‘n Charlie’s de Acapulco, él como responsable de filtrar la escoria, la había elegido a ella y solo a ella, bueno y a sus tres amigas con quienes ese verano habían visitado el puerto dos meses antes del primer tsunami, para ocupar el tan ansiado lugar. Pero, ¿y su familia?, ¿no había planeado abordar con su familia? Si la dama en solitario era ella, tenía que haber abordado de manera tan intempestiva como él, y eso era poco probable, pues hasta ahora no le conocía esas habilidades, ¿o sus azules ojos habían seducido nuevamente a un cadenero? ¡No!, nadie en su sano juicio pondría a un cadenero acapulqueño en los accesos del “Evolution of Hope”, donde solo lo mejor de la humanidad debía abordar, eso o habiendo comprado calidad humana. Pero sí habían puesto a un italiano con divertidos recuerdos de Acapulco que lo hacían vulnerable. Tenía que encontrarla antes que ella a él.

El Ala alemana era el Delta-Green (DG) ¿deutsche Gemeinschaft? No, pura casualidad. Quién sabe. Llegar a ella le había requerido una larga caminata desde el Ala BB, durante la cual se había detenido a vomitar 3 veces, el imperfecto funcionamiento de los generadores de gravedad hacían oscilar los intestinos cuando se volvían a activar luego de alguna breve interrupción, sobre todo si no se era pasajero registrado y por ende no se había asistido a los entrenamientos en alguno de los 500 “ZeroGravity Spa” que amablemente, un notable empresario de nombre Charles Delgado había puesto a disposición de los pasajeros sin costo alguno en los cinco continentes, más con ánimo de hacerse un lugar en la lista que de altruismo.

Al mirar los pequeños corrillos en que seguramente se segmentaban las familias alemanas, de los que se escapaba un tímido y nervioso murmullo, apenas audible desde el corredor por el que avanzaba, no pudo evitar imaginar como sería el ala mexicana. Seguramente dos corredores antes se dejarían escuchar los consabidos chiquitibúm, los sisepuedes y al llegar, seguramente vería como en abrazo fraterno, al son del mariachi deslizado como por arte de magia en el sonido local, se hermanarían los Belausteguigoitia con los Elizarriturri, los Kasis con los Döring, Baker con de la Garza y así, todos los mexicanísimos pasajeros deseando llegar ya para poder sorber, aunque sea un traguito, del clandestino tequila que habían infiltrado.

Delimitar familias entre los alemanes parecía más sencillo, solo debía arriesgarse un poco, preguntar aquí y allá por la solitaria mujer. Bendita migración, haría más sencillo pasar inadvertido en aquella comunidad. Por fin dio con una pista en firme, los camarotes de los científicos estaban al final del corredor a la izquierda, saliendo del “Stammsraum”. ¿Qué hacía en el grupo de los científicos?

Entre discusiones de saltos cuánticos y airadas descalificaciones al Big Bang que aseguraban, habrían de corroborarse al llegar a “Terranova”, coló un par de preguntas en off side, para luego esperar en silencio tras la columna que cubría la escotilla del camarote DG-1023. Con un destapador en cuyo mango yacía encapsulado un diminuto Cristo formado por conchitas de caprichosas formas, a cuyos pies se leía “Rdo. de Acapulco” en temblorosa caligrafía, dejó sin guarda la toma de aire ahora a sus espaldas. El abundante sudor nervioso de la palma de su mano se mezcló con la saliva al ahogar un grito de sorpresa. La cintura que asía no correspondía con la que recordaba luego de 6 años de matrimonio, ¿no había hecho dieta para ir a la Florida? Sintió como los pómulos se irrigaban de golpe mientras la boca se le llenaba de ese cálido sabor de suave acidez, tan propio de la sangre, cuando la cabeza de ella, tras chocar contra su tabique, rebotó en sus dientes frontales al lanzarse por el ducto abierto con su presa en vilo.

Adriana Kunstler, alemana de nacimiento, ciudadana del mundo por auto definición, había abordado el “Evolution of Hope” gracias a que su ex esposo, reconocido físico nuclear, le cediera su lugar en un acto, más que de nobleza y humanismo, de practicidad, pues su vuelo a Miami se retrasó y de dejar el sitio a fulanito de tal. Así que decidió conceder la gracia a su ex esposa, quien rondaba la península por aquellos días. Tal había sido la historia tal como Julián la había resumido, luego de dar explicaciones ante furiosas reacciones de Adriana, que solo cesaron tras darse cuenta que la nariz de Julián nunca volvería a hincharse simétrica al aspirar el perfume de las ahora lejanísimas flores.

Depositar chatarra espacial más allá de la atmósfera terrestre ha sido un tema largamente discutido y al final, un mal necesario, pues nadie lanzaría una misión en busca de las Voyager con riesgo de que la nueva nave también se convierta en chatarra a mitad de la misión. Sin embargo, los diseñadores del “Evolution of Hope”, pensaron más ético confinar los deshechos en contenedores concienzudamente sellados antes de lanzarlos al espacio. De tal suerte que cual droides en película épica de fin de siglo, en un contenedor de deshechos sólidos que se encontraba al final del interminable ducto, Adriana y Julián abandonaron contra su voluntad el masivo volumen de la nave crucero de evacuación masiva “Evolution of Hope”.

El espectáculo de luces fue exclusivo de algunas generaciones que habrían de nacer 200 años después, en un punto a 200 años luz del último punto donde el crucero surcó en una pieza el espacio infinito. La onda de choque sacudió levemente el contenedor de deshechos. Adriana y Julián no se percataron.

El escaso aire respirable de la cabina no iba a ser desperdiciado en estúpidas charlas con un acapulqueño vividor, así fuera la única persona a quién sabe cuántos planetas a la redonda. Ignorando que le había salvado la vida, por lo menos por ahora, veía en Julián a quien le había arrebatado la oportunidad de volver a empezar con la selección nacional de vida de provecho. Julián tampoco insistió, se sentía devastado, ni siquiera era su esposa, quizás ella ahora mismo estaría tomando alguno de los cada vez más populares tours en submarino para visitar las ruinas sumergidas de Amsterdam, Sidney o Manhattan. Y él, luego de hacer lo más difícil, lo había echado todo a perder y encima con esa mujer neurótica como única compañía.

La muerte es mucho más impactante por fuera de lo que es por dentro, al menos así le parecía a Julián. El sentimiento de vacío, de pérdida, el ambiente pesado insufrible que acompaña la tragedia, por dentro se convertía en una entrega pacífica a la nada, la pesadez dominando el cuerpo, el olvido del alma, de la mente, quería ver su vida pasar en un instante, solo pudo ver las grises paredes del contenedor y la difusa figura de Adriana apenas iluminada por la tenue luz que por alguna desconocida razón llevaba por dentro el contenedor, todo bailaba ante sus ojos arrullándole sin remedio. Obscuridad.

* * *

Un hombre de barro se erguía en la verde pradera y así como se erguía, Julián volvió a caer presa de un intenso dolor en el tórax. Para ser el cielo estaba muy húmedo y el infierno debía ser más caliente. Un sabor acre se le metía entre los dientes, de consistencia pastosa. Si la muerte era el fin de todo sufrimiento, estaba vivo, la punzada en el costado y la dificultad al respirar se lo recordaba. Una piedra le había fracturado una costilla, molesto, no pensó en otra cosa y quiso lanzar la piedra lejos de si. Al sentir que golpeaban violentamente su rodilla, Adriana se irguió como pudo toda cubierta de barro. Los trozos aún humeantes del contenedor estaban regados a varios cientos de metros al rededor de la fosa de barro que seguramente había amortiguado la caída de los dos tripulantes. Estar cubierto de barro y con una costilla menos le parecía precio justo por haber sobrevivido tremendo aterrizaje. Bueno, tampoco la nariz estaba del todo bien.

"Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra."

- ¿Quién dijo eso? – Preguntó Julián.

- He sido yo – Respondió una voz más allá de todo espacio, más allá de todo tiempo.

- Dios – Continuó al fin la voz, al ver la expresión confundida de ambos.

Adriana y Julián no atinaron más que a mirarse el uno al otro con profunda confusión, de algún modo, sin embargo, sabían que aquello no se trataba de broma alguna.

- ¿De verdad creyeron que su venturosa huida del planeta en agonía y luego su fabuloso escape yorchlucariano fue simplemente suerte?

- N… no – Respondió tímido Julián.

- ¡Claro que si lo creyeron! No importa, ustedes no creen en mi y eso es mejor, así empezarán de cero, como la primera vez.

- ¿Primera vez? ¿qué está pasando? – Preguntó Adriana.

- Los traje aquí para iniciar de nuevo, la Tierra está en franca agonía, pronto llegará la inevitable extinción, “causas naturales”, seguirán insistiendo sus hermanos. Y bueno, tienen razón, yo soy la naturaleza, la causa entonces será natural. Después de todo no me salieron tan mal. Y aquellos que pretendieron desafiar su destino, bueno, son materia para nuevos planetas. ¡Sin habitar!, desde luego.

Julián no pudo evitar una leve carcajada por lo bajo.

- ¿De qué te ríes?

- No bueno, es que dices que empezaremos de cero, pero ya sabemos un montón de cosas. Por ejemplo, podemos ir a buscar los restos del planeta abandonado y retomar todo donde nos quedamos. Esta y yo.

- ¡Solo tu! “Esta” no va contigo a ningún lado.

- No tengo porqué dar explicaciones, pero bueno, solo son ustedes por ahora.

- ¡Y por siempre! – remató Adriana

- Eso lo discutiremos. Bien, para cuando la nueva humanidad tenga la tecnología para siquiera soñar en regresar, ustedes, hará mucho tiempo que estarán muertos. Para entonces, toda memoria de la vieja y hermosa Tierra se habrá perdido, a lo sumo será parte de teorías supersticiosas del origen de la vida. Ya saben como son ustedes especialistas en complicar las cosas. A menos…

Para entonces Adriana y Julián ya se habían despojado de algunas costras del barro seco para descubrirse desnudos. ¿Quién y cuando les había quitado la ropa? Y miraban atentos hacia el cielo, de donde suponían provenía la voz. Una vieja tradición sin duda.

- ¡Vaya! ya tengo su atención. A menos que ahora si obedezcan y eso incluye olvidarse de querer volver. Aquí lo van a tener todo. Digamos que serán mis mascotas favoritas, yo veré por ustedes, que no tengan frío, que no tengan hambre, incluso estaré atento de crear algún escarabajo de buen tamaño que se alimente de sus heces y no tengan que preocuparse por letrinas o cosas así. Simple, ¿no?

- ¿Y porqué no nos diste ese escarabajo en la Tierra?

- Desobedecieron. De eso si te acuerdas, ¿no?, ¿catecismo?, ¿Génesis?, ¿Adán, Eva?, ¿la serpiente?

- Bueno – Dijo con una sonrisa Julián-, creo que será fácil.

- ¿Verdad que si? Pero ahora no me voy a arriesgar, tengo suficiente experiencia para saber quien manda aquí. Adriana, ven conmigo, tengo que hablar contigo.

- P… pe…

- ¡Nada de pero! -interrumpió Dios- Adriana, vamos a donde no nos puedan oír.

Luego de una no poco áspera discusión, Dios convenció a Adriana de que tendría que aparearse con Julián, de otro modo el plan divino versión 2.0 no iba a funcionar. La razón que ella aceptó al final, no le pareció la mejor a Dios, pues tenía tintes de clara soberbia, ella sería, como lo había pensado al abordar la nave, pieza clave en la reconstrucción de la humanidad. Pero bueno, había sido necesario negociar. A cambio, ella se mostró totalmente dispuesta a cumplir y, más importante aún, hacer cumplir el plan divino 2.0.

- La historia ya la sabes, se feliz, deja de lado las preocupaciones, que para eso estoy yo. Y bueno, como ya sabes, hay un árbol…

Detrás de Adriana, un inconfundible crujido, sinónimo de salud y agradable sabor resonó como bomba en los oídos de Adriana.

- Idiot! – le gritó, mientras con una quijada de burro que había en el suelo, asestaba un preciso golpe sobre la sien de Julián.

Junto a la mano inerte, por cuyo brazo corría un hilillo de sangre, apenas parte mínima de la sanguinolenta masa que se escurría por el cráneo partido, rodó una roja manzana con la huella de los dientes de Julián.

La mano divina, con toda su furia, golpeó su propia frente, llevando la cabeza hacia atrás y con ojos cerrados y los dientes apretados, un grito atronador resonó en todo el universo…

“¡Vale ma…!”

Artículo 4.
  • Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.

1 comentario:

Krieger dijo...

Estimado Balta,

no sé si la palabra que quiero usar es felicitar, por que me parece algo demasiado mundano. Digamos simplemente que quedé sumamente complacido con lo que leí en el Blog El nido del alacrán negro.
Creo, sin pecar de presunción, que usaste algunas referencias a mi persona para crear algunos de los personajes que describes en “La evolución de la esperanza”, cuales?, no las voy a nombrar, sobre todo por que este comentario va a quedar publicado en el ciberespacio y cualquiera tendrá acceso a él, con lo que me sentiría sinceramente vulnerable.
Mi estimado amigo, de verdad que es un deleite el leer lo que escribes. Como siempre te lo he expresado, deberías animarte a escribir una novela, te insisto, un comprador seguro de tu obra lo tienes en mi persona.
Sabes, me parece curioso, pero yo también empecé a escribir una novella corta, pero por desidia, siendo sinceros, no he seguido escribiendo. Creo que como para tí, el escribir es una especie de catarsis; es un proceso de creación que te permite crear, soniar y experimentar con el mundo, por que no? De que trata la obra que estoy escribiendo, por el momento lo mantendré en secreto, pero me he propuesto, un poco motivado por lo que acabo de leer, seguir con ella y cuando sienta algo de coherencia en lo que lleve escrito, te haré llegar algunos extractos, para que me des tu opinión.
También te comento que le voy a dar la dirección de tu blog y mi padre. El lee mucho y yo lo considero una persona muy culta, no por que sea mi padre. Con esto te quiero simplemente de alguna manera demostrar lo mucho y lo bien que me parece tu obra.
En fin, aquí seguimos en este mundo, con o sin esperanza, con la cabeza y el corazón entregados a lo que hacemos. El asunto que te comenté, no se ha cocinado, pero siguiendo tu consejo, ha tomado rumbos insospechados, que si bien no es lo que me hubiera gustado, lo veo bien, por que no me he aburrido, por un lado y por otro, no me he metido en problemas. A título más personal, te mandaré después otras líneas.
Quedo en espera de las próximas actualizaciones al blog “El nido del alacrán negro”

Der Krieger

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